abril 30, 2011

Otra vez tú, ventana, por donde deberá asomar la Luna...

De nuevo me asomó a la ventana por la que un día quise saltar.
El cielo está encapotado y los árboles lloran la ausencia de Sol, oigo a los pájaros trinar, pero no cantar ¿Qué les debe pasar?
Quizá es la monotonía. Quizá no.
Quizá es que lo dan todo por perdido. El mundo en el que vivimos. No lo sé, pero tampoco se puede descartar.
Luego aparecerá la Luna, que sin ton ni son, se posará en el firmamento alumbrada por el reflejo de Sol, para quitarnos los miedos de la noche, para quitarnos la sensación de estar solos, para taparnos de nuestras desgracias, para que le contemos lo que nos asusta, para ayudarnos en nuestras calamidades, para hacernos una vida más amena. Yo pienso que por eso existe, ¿Porqué sin Luna, que sería de la nocturnidad del cielo? No puedo... No quiero pensar en una noche sin Luna.
Tu, Luna, que eres mi psicóloga sin cargo, la que se encarga de arroparme cuando duermo, la que me alimenta de esperanzas y me susurra que hay algo por lo que siempre merece la pena levantarse de la cama.
Gracias Luna, no te vayas nunca, atentamente Yo.

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