Quería escapar... emerger por la punta de sus largos dedos, todo era acercarlos al instrumento, y que esta manara libremente, cual pájaro, sin cadenas que detuvieran su armónico avance.
Y entonces...
Lo logro.
La luna estaba en su cúspide, en lo más alto del cielo, mirando a la gente de frente, sin miedo al que dirán.
Y por fin...
La música broto sin pausa ni apeno, consiguiendo la más bella melodía jamás escuchada...
Gracias Clara, tu me haces ver el mundo desde otra perspectiva.
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